4-DON POR FAVOR
Había una
vez un rey que daba risa. Parecía casi de mentira, porque por mucho que dijera
``haced esto´´ o ``haced lo otro´´, nadie le obedecía. Y como además era un rey
pacifico y justo y que no quería ni castigar ni encerrar a nadie en la cárcel, resultó
que no tenía nada de autoridad, y por eso dio a un gran mago el extraño encargo
de conseguir una poción para que le obedecieran. El anciano, el más sabio de
los hombres del reino, invento mil hechizos y otras tantas pociones; y aunque obtuvo
resultados tan interesantes como un caracol luchador o una hormiga bailarina,
no consiguió encontrar la forma de que nadie obedeciera al rey. Se entero un
joven, que se presento rápido en palacio, enviando a decir al rey que él tenía
la solución. El rey apareció al momento, ilusionado y el recién llegado le entregó
dos pequeños trozos de pergamino, escritos en una increíble tinta de muchos
colores.
- Estos son
los conjuros que he preparado para usted, alteza. Utilizad el primero antes de
decir aquello que queráis que vuestros súbditos hagan, y el segundo cuando lo
haya terminado, de forma que una sonrisa os indique que siguen bajo su poder. Hacedlo
así, y el conjuro durara para siempre.
Todos
estaban intrigados esperando oír los conjuros, el rey el que más. Antes de utilizarlos,
los leyó varias veces para sí mismo, tratando de memorizarlos. Y entonces dijo,
dirigiéndose a un sirviente que pasaba llevando un gran pavo entre sus brazos:
- - Por
favor, Apolonio, ven aquí y déjame ver ese estupendo pavo.
El bueno de Apolonio,
sorprendido por la amabilidad del rey , a quien jamás había oído decir ``por
favor´´ , se acerco , dejando al rey y a cuantos allí estaban sorprendidos de
la eficacia del primer conjuro. El rey, tras mirar el pavo con poco interés dijo:
-
Gracias,
Apolonio puedes retirarte.
Y el
sirviente se alejo sonriendo. ¡Había funcionado! Y además, ¡Apolonio seguía bajo
su poder, tal y como había dicho el extraño! El rey, agradecido, colmo al joven
de riquezas, y este decidió seguir su viaje.
Antes de
marcharse, el anciano mago del reino se le acerco, preguntándole donde había obtenido
tan extraordinarios poderes mágicos, rogándole que los compartiera con él. Y el
joven, que no era más que un inteligente profesor, le contó la verdad:
-Mi magia no
reside en esos pergaminos sin valor que escribí al llegar aquí. Las saque de la
escuela cuando era niño, cuando mi maestro repetía constantemente que
educadamente y de buenas maneras, se podía conseguir todo. Y tenía razón. Tu
buen rey solo necesitaba buenos modales y algo de educación para conseguir todas
las cosas justas que el quería.
Y comprendiendo
que tenía razón, aquella misma noche el mago se deshizo de todos sus aparatos y
cachivaches mágicos, y los cambio por un buen libro de buenos modales,
dispuesto a seguir educando a su brusco rey.
Reflexión :
Mario Valle:
Es un breve pero buen cuento sobre cómo debemos comportarnos con los demás y
que utilizando las ``palabras mágicas´´ por favor y gracias se pueden conseguir
muchas cosas. Que la gente te haga caso, una sonrisa y dar una buena impresión.
De otra manera, si no tienes educación la gente no te hace tanto caso y causas
una mala impresión.
David Sainz:
Me parece un cuento muy bueno para inculcar a la gente la importancia que tiene
la educación y los buenos modales para conseguir las cosas y que te presten
caso. Todo el mundo debería detener al menos unos básicos buenos modales y así
causar buena impresión a la demás gente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario